TRAVESÍA POR EL SUROESTE DE ANTIOQUIA: UN ABRAZO A LA MONTAÑA
Justicia Social y Ambiental para la construcción de paz territorial
Cinturón Occidental Ambiental – COA
Agosto de 2016
Los territorios de paz del suroeste antioqueño, los hombres y mujeres indígenas y campesinos que han protegido y protegen las majestuosas montañas del Cinturón Occidental Ambiental colombiano abrazan la construcción de paz e invitan a los pueblos de la región y de diversas partes de Colombia a sumarse al Segundo Abrazo a la Montaña.
La construcción de paz ha sido un anhelo urgente que comunidades indígenas, afros y campesinas hemos estado aclamando durante más de cincuenta años y en el que hemos valorado que el respeto a la vida en sus múltiples manifestaciones, humanas y no humanas, deben ser prioridad para que los pueblos colombianos nos reconciliemos y podamos construir la paz que todas y todos queremos.
Consideramos que el silenciamiento de fúsiles no es suficiente para construir la Paz Territorial, pero es un paso necesario que tenemos que dar, para que nuestras diferencias no se resuelvan con las armas y evitar resproducir múltiples expresiones de violencias que ha generado niños huérfanos, padres sin hijos, familias desplazadas, hermanos asesinados, amigos desaparecidos, ríos contaminados y montañas destruidas.
Los intentos de superación del conflicto armado con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC-, y los acercamientos iniciales, entrabados hoy, con el Ejército de Liberación Nacional -ELN-, han puesto arriba de la mesa reflexiones profundas sobre lo que significa la paz y su construcción en el escenario contemporáneo.
Lejos de considerar que la paz se reduzca a la negociación con las insurgencias, como ha sido presentado por el gobierno Santos a través de su sobre exposición mediática, al tiempo que avanzan los procesos de despojo para los pueblos en el país, la paz implica la construcción de la justicia social y ambiental.
Tampoco se debe suponer que dicha construcción inicie en un punto cero, desde los intentos de la superación del conflicto armado, pues comunidades ancestrales y tradicionales, y también urbanas, han realizado ejercicios de paz históricamente; precisamente, estos intentos autónomos y soberanos han sido destruidos sistemáticamente por las elites colombianas organizadas en torno al proyecto económico neoliberal que se expresa en el modelo extractivista: minería, petróleo, represas, agroindustria, etcétera.
El COA y los pueblos del suroeste antrioqueño que en él se articulan, así como tantos otros que sueñan con una vida digna, respaldan la refrendación de los acuerdos con la insurgencia, a través del mecanismo del plebiscito que se ha propuesto desde el gobierno nacional y en el que debe expresarse el acuerdo nacional frente a la desaparición de las FARC como grupo armado, como un punto necesario para la búsqueda de la paz.
Al mismo tiempo, con el Segundo Abrazo a la Montaña el COA invita a la reflexión acerca de las amenazas al territorio que se siguen presentando desde el modelo extractivista y que no desaparecerán con la refrendación de acuerdos con las insurgencias, sino que, infortunadamente, se acrecentarán como consecuencia de las garantías que el gobierno Santos entrega a las corporaciones trasnacionales en lo que se conoce como la paz corporativa, es decir, el intento del ejecutivo colombiano por pacificar al país para entregar amplias zonas del territorio nacional a las corporaciones trasnacionales. Las nuevas amenanzas se disfrazan hoy de pequeñas y medianas centrales hidroeléctricas presentadas como proyectos amigables con el ambiente, los proyectos mineros y también con estrategias de supuestas interlocuciones con empresas nacionales y trasnacionales en las que prima la asimetría de poder en la que la institucionalidad se pone al servicio de intereses económicos, bajo los mismos trasnochados argumentos de la necesidad del desarrollo y progreso, y desconoce los derechos de la población a decidir sobre el futuro territorial.
La travesía por el suroeste antioqueño que abrazará la montaña permitirá la reflexión conjunta y pública sobre estos temas, también el acercamiento como hermanos/as de pueblos en resistencia expresada en el fortalecimiento de las economías campesinas e indígenas, el trabajo juvenil en defensa del territorio, la participación de las mujeres como sujetos políticos primordiales para la dignificación de la vida, y la solidaridad como principio de armonía entre los seres humanos y la naturaleza.