Hace algunos años un gran proyecto de “reforestación” llegó al territorio de Támesis y Jericó, miles y miles de pinos fueron sembrados en afluentes cercanos a Río frío. Con el ánimo de determinar los impactos socio-ambientales de ese gran proyecto extractivista de monocultivos de pino Pátula y Eucalipto en la vereda Río Frío del municipio de Támesis, el miércoles 28 de marzo de 2018 el Comité por la defensa ambiental del territorio (CODEATE), en articulación con el Cinturón Occidental Ambiental (COA), realizó una caminata hacia un nacimiento del Río frío.
La caminata fue guiada por Giovany Hernandez, un campesino que habitó la zona hasta hace 6 meses porque la finca donde trabajaba y vivía fue vendida para sembrar aguacates. Él comentó que “hace 6 años el territorio empezó a sufrir una gran transformación de cuenta de la llegada de los pinos, el caudal del Río Frío disminuyó notablemente, la comunidad se desplazó hacia el pueblo, en la escuela hay 5 niños, ya no se siembra comida y la fauna ha disminuido mucho”
Si usted viaja de Támesis hacia Jericó por la vía Río Frío, a partir del estadero de Río Frío los pinos lo “acompañan” por varios kilómetros, “parece uno andando en un desierto, no se ve un alma y hace más frío”, comenta un participante de la caminata. Son miles los pinos que hacen parte del paisaje, ellos toman mucha agua al día en su etapa de crecimiento y es por ello que son sembrados muy cerca de los afluentes del Río Frío. Tantos pinos juntos son responsables de la disminución del caudal del Río.
Durante la caminata se reconocieron casas abandonadas, fue una escena muy impactante porque “uno piensa que solo el conflicto armado es el responsable de los desplazamientos de las comunidades, pero estos megaproyectos también desplazan”, reflexionaba un caminante. Esas casas no tenían ningún impacto de fusil, son el reflejo de los impactos sociales que generan estos proyectos extractivistas.
Reconocidos estos impactos se puede afirmar que estos megaproyectos son una amenaza para el territorio porque transforman la vocación agrícola de las comunidades lo cual es muy preocupante, “cuando muramos los que estamos trabajando el campo ¿quién lo va a trabajar? ¿los jóvenes universitarios o técnicos van a venir a trabajarlo? ¿Qué vamos hacer para que los jóvenes no abandones el campo? Si no hacemos algo en unos años vamos a sufrir una crisis de hambre” plantea Giovany.
Bajo la premisa que no se defiende lo que no se conoce, se logró el objetivo de la caminata, se plantearon algunos retos y reflexiones para continuar con la defensa ambiental del territorio sagrado para la vida. La transformación de gran parte del territorio es una realidad, pero la resistencia a esa transformación también lo es.