La Transición Energética una gran oportunidad para fortalecer Participación Social y Autonomía en el Suroeste de Antioquia
Las crisis ambientales y la actual pandemia nos nuestras grandes vulnerabilidades que tenemos como humanos, lo cual nos ha llevado a iniciar reflexiones sobre la Transición Energética, como la oportunidad de generar paulatinos cambios para transformar el modelo energético actual.
El Calentamiento Global, como producto también de una crisis económica y sistémica, se debe enfrentar de raíz, pues sus efectos nos sitúan en una grave Crisis Climática, lo cual puede agudizar un cataclismo imparable que acabará con la Vida en el planeta.
La ciencia lleva años diciendo que debemos “aplacar” las emisiones de gases de efecto invernadero. La mayor parte de estos gases también son producto de nuestras maneras de vivir, multiplicándose desde el actual modelo económico extractivista.
No nos engañemos, la quema de fuentes energéticas fósiles, petróleo, gas y carbón, además de la deforestación, la agricultura industrial, la ganadería extensiva, la minería y el mismo sistema económico que fustiga fuertemente a la naturaleza, tienen responsabilidades con estas emisiones tan letales de dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, entre otras sustancias, que necesariamente debemos frenar.
La discusión es de vieja data y los países alcanzaron algunos acuerdos para enfrentar el Calentamiento Global, como el COP21 de París donde han esbozado una Transición amañada con el capital multinacional, sustituyendo minerales fósiles de la matriz energética para mostrar una “reducción” de las emisiones, presentando falsas soluciones y ajustándose a los parámetros que define el mercado.
Colombia suscribe esta visión reduccionista de cambiar estas fuentes energéticas pero al tiempo intensifica su estrategia extractivista insistiendo, por ejemplo, en el fracking y en destinar territorios como Santurbán y el Suroeste de Antioquia, con una gran biodiversidad, para la explotación a gran escala de minerales.
Mientras se escuchan otras voces que plantean el “Derecho a la Energía” como Derecho Humano y no como mercancía, resignificando la Energía como un Bien Común esencial para la humanidad y todo el planeta, con el propósito de dignificar nuestra vida, al igual que el derecho al agua, alimento, salud, cultura…
Cabe el espacio para que las organizaciones sociales y las comunidades, como agentes de cambio, nos lo apropiemos y exijamos al Estado su óptimo uso, distribución y disfrute a partir de principios de equidad, participación, gestión comunitaria y justicia ambiental.
Desde esta perspectiva el verdadero debate energético debe girar en torno a la reflexión de ¿qué modelo de transición se está dando en el país? pero toma más importancia preguntarnos ¿cuál queremos y necesitamos para implementar en los territorios?.
Nuestra región tiene su vocación por el agro, ahora valoramos su implementación desde el reconocimiento y protección del patrimonio cultural y ambiental, fuentes hídricas y ecosistemas únicos que se interrelacionan de manera sustentable con la tradición campesina y la cultura indígena, condiciones necesarias para ese debate.
Nuestra sociedad debe afrontar desde ya una transformación cultural radical que involucre una nueva manera de producir, comercializar, consumir, intercambiar, además de alimentarnos desde un uso energético más armónico con la naturaleza.
La sabiduría popular de nuestros pueblos campesinos y ancestrales, expresadas a través de mingas y convites, de la agroecología, de los acueductos comunitarios, de los circuitos económicos y solidarios, además de las mismas dinámicas de la organización social y comunitarias, nos marcan otros caminos para construir una transición posible que contemple autonomía, participación energética y soberanía alimentaria.
Esta es una clara oportunidad para que en el Suroeste se integre las propuestas del COA que están encaminadas a la construcción de Planes de Vida Comunitarios y Mandatos Populares para seguir avanzando afectivamente hacia las transformaciones culturales en, desde, con y para los territorios.
Ahora se está debatiendo la propuesta para la instalación de la “Mesa del Plan de Vida Comunitario” en los Concejos Municipales de Pueblorrico, Caramanta y Valparaiso, contemplado como espacio de interlocución y concertación política entre organizaciones sociales, administraciones y concejos municipales con el fin de incorporar los Planes de Vida Comunitarios y los Mandatos Populares en los Planes de Desarrollo, los EOT y POMCAS.
Una ruta importante para continuar esta reflexión consiste en la apropiación colectiva del Territorio desde prácticas sustentables que nos permita decidir sobre nuestras vidas. Por eso es necesario consolidar los Planes de Vida Comunitarios y los Mandatos Populares para definir rutas posibles que nos permita comprender la democratización de la energía y su gestión comunitaria
Pese a que la cruda realidad, con nuestras propuestas comunitarias y alternativas al desarrollo, ya es tiempo de perder el miedo y romper ese sometimiento que quieren con más fuerza aplicarnos
El debate comienza, ¿qué dicen las y los habitantes del Suroeste de Antioquia?
La Participación social y la Autonomía son vitales para el Buen Vivir y que aspiramos a establecer en nuestros TERRITORIOS que son SAGRADOS PARA LA VIDA.